La publicación que hicimos en septiembre en nuestro espacio web de la asignatura “Tecnología, programación y robótica” ha sacado a relucir un debate que ya surgió durante el proceso de creación. La parte de la web en la que el profesor encuentra su guía y las soluciones a los retos está abierta y el alumno puede llegar a ella.
Sabemos que podría suponer un problema tal y como está planteado el sistema actual: el alumno busca los resultados para evitarse el esfuerzo y el profesor no puede impedir que los encuentre. Sin embargo, nuestra filosofía va más allá e intenta superar los acotamientos que nos impone el sistema educativo.
La realidad es que la búsqueda de la aplicabilidad y del uso de los contenidos en la vida real ha ido perdiendo fuerza en la educación y nos encontramos en una situación en la que hasta es difícil salir de esa línea bien acotada por pruebas CDI, de acceso a la universidad, etc.
En este sentido, podríamos decir que la enseñanza actual no se centra en el valor real de la educación: preparar a los estudiantes para saber desenvolverse con éxito en la sociedad en la que viven. Los estudiantes no son capaces de aplicar lo que aprenden en clase a su vida diaria, ven los contenidos muy desvinculados de sus necesidades reales.
Creemos que, en general, pero sobre todo en un área tan práctica como debe ser la tecnología, no podemos limitarnos a evaluar los resultados de unos conocimientos que se pueden haber adquirido de forma memorística. Aquí la importancia recae, por tanto, en la forma en la que aprendemos los contenidos.
Si pensamos en las dos dimensiones principales en las que se suele dividir un contenido, teoría y práctica, en el colegio se empieza por una teoría desconectada de la práctica y en ciertas asignaturas, se continúa por actividades prácticas. Sin embargo, no tiene sentido aprender la teoría desconectada de la práctica, de hacerlo así no van a saber cómo aplicarla a su vida diaria.
Sabemos que la teoría se aprende mejor contextualizada. La cognición situada señala la importancia de la situación en las acciones que lleva a cabo el aprendiz. Todo esto ha llevado a un enfoque instruccional conocido como la enseñanza situada que defiende la idea de que aprender y hacer son acciones inseparables1.
También sabemos que los procesos motivacionales y emocionales juegan un papel fundamental para lograr el aprendizaje: el aprendiz debe querer aprender2. En los momentos que considera que necesita tener un conocimiento concreto para poder resolver un problema es cuando realmente aprende. Esto depende en gran medida del interés del individuo, ya sea personal o por la situación en la que se encuentra.
La nueva taxonomía de los objetivos educativos propuesta por Marzano y Kendall (2006)3, ya incorpora el sistema interno o self como uno de los sistemas de pensamiento implicados, en el que se requieren tipos de pensamiento como la examinación de la importancia (utilidad) del nuevo contenido a aprender, de las respuestas emocionales y la motivación.
Las implicaciones prácticas que podemos extraer de esta clasificación, y en particular de este sistema, son principalmente la necesidad de motivar a los estudiantes y despertar en ellos un interés (aunque sea por la situación en la que se encuentran) que favorezca el aprendizaje.
Por estos motivos, nosotros buscamos la comprensión de la teoría mediante su utilización en la práctica. Para ello, hay que ofrecer pinceladas teóricas según surja la necesidad de conocerlas para aplicarlas en la práctica. De esta forma, la conexión entre teoría y práctica será mucha más efectiva y los estudiantes serán capaces de aplicar esos conocimientos a situaciones de su vida diaria.
En cuanto a la evaluación, el sistema nos impone otorgar una calificación cuantitativa. Aunque se aconseja una evaluación de los procesos en lugar de evaluación de resultados, con la situación de aulas masificadas evaluar resultados para obtener la calificación suele ser más óptimo (menos costoso) que evaluar procesos. Hay dos formas de evaluar estos resultados:
- a través de preguntas en pruebas objetivas en las que se evalúa la teoría.
- a través del resultado de retos y proyectos que evalúen la práctica.
Creemos que esta segunda forma es mucho más correcta para conocer verdaderamente lo que saben nuestros estudiantes. Volviendo a la distinción entre teoría y práctica y la taxonomía de Marzano y Kendall, podríamos decir que:
- para el aprendizaje de la teoría se requieren procesos de retención y comprensión (niveles 1 y 2 de la taxonomía).
- para saber desenvolverte en la práctica se requieren procesos de análisis y utilización del conocimiento (niveles 3 y 4, superiores, de la taxonomía).
Por tanto, si evaluamos el resultado de las actividades prácticas estamos poniendo en marcha procesos cognitivos superiores que, además, requieren la utilización de los procesos cognitivos inmediatamente inferiores. En este sentido, ofrecer los resultados de los retos de programación no debería suponer un problema para los estudiantes. Al contrario, si se plantea en clase de forma adecuada, pueden beneficiarse de ellos.
Si les proponemos que miren los resultados con el objetivo de comprender la programación y que deban analizarla y buscar posibles mejoras, estaremos trabajando con ellos estrategias de procesamiento superiores que les ayuden a identificar problemas similares ya resueltos que conozcan para utilizarlos en situaciones nuevas. Por ejemplo, les podemos proponer una pequeña prueba de reflexión sobre cómo funciona el programa o que tengan que crear el diagrama de flujo del mismo.
Todo esto nos lleva a defender la idea de que los alumnos también necesitan aprender a trabajar de esta forma y es nuestra misión situarles en el rol adecuado, motivarles y convencerles de trabajar hacia su propio aprendizaje y no hacia una calificación numérica determinada.
Referencias
1 Díaz Barriga (2003) Cognición situada y estrategias para el aprendizaje. REDIE: Revista Electrónica de Investigación Educativa, ISSN-e 1607-4041, Vol. 5, Nº. 2, 2003 enlace
2 González, A. (2005). Motivación académica: teoría, aplicación y evaluación. Madrid: Pirámide enlace
3 Para más información sobre la nueva taxonomía de Marzano y Kendall, consultar esta guía creada por la Dra. Katherina Edith Gallardo Córdova en 2008